jueves, 5 de marzo de 2009

Tómbola!


Ora sí ya valió madres, me rindo. He fallado.
Mi larga trayectoria de amarguetas se termina.
Tropecé y caí hacia arriba.

Mientras dormía vino la vida de puntitas la muy cabrona, puso las yemas de sus dedos en mi nuca, los pulgares en mis sienes y me besó en la frente tan pero tan suavecito que si no abro los ojos ni me entero.

Mi sobresalto fue tan grande que la amargura amodorrada junto a mí se levantó de un brinco.

Ahora resulta que se hartó de mí, me ha echado a la calle, ha exigido el divorcio argumentando irreconciliable incompatibilidad de caracteres y traición.
Me dejó afuera y encuerada después de que le dí los mejores años de mi vida con nada más que reproches en una bolsa de oxxo toda arrugada.

Ha dicho que lo nuestro fue una mentira, que no me quiere para nada y que tiene una orden restrictiva para que no se me ocurra asomarme por la cuadra.

Ahora estoy fuera y tengo temblorina de perro callejero. Acá el estruendo es terrible. Escucho el crujido de la corteza de los árboles, la marcha de las hormigas bajo tierra, el sueño de los bebés de los narcos, la rotación del planeta y cosas de esas. Puedo ver mis pies pero no consigo percibir el suelo.